Un estudio realizado en 2002 por los investigadores de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, comprobó que los niños de cuatro y cinco años eligen fotografiar elementos emocionales, como sus padres, o imágenes visualmente estimulantes con colores brillantes que los convierten en verdaderos artistas de la fotografía.
Este talento se va desarrollando con el tiempo y a la edad de 11 años aproximadamente esta perspectiva cambia y comienzan a tomar las imágenes de espacios abiertos y naturales, buscando elementos “estéticamente atractivos”. Finalmente, al llegar a la adolescencia la fotografía se convierte en una actividad social y de interacción con el mundo dejando a un lado esta habilidad de la niñez.
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